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ENTREVISTA 24 de agosto d 2024

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Padre Pablo Varela: “Hay una carencia de oración profunda y de amor incondicional a Dios”

El Padre Pablo Varela, nació en la ciudad del apóstol Santiago en 1972 y fue “pacido” en Vigo. Estudió Pedagogía en la universidad de Navarra y muchos años después obtuvo el bachiller en teología. Estuvo adscrito al seminario de Alcalá de Henares y Abancay, diócesis en las que desarrolló también sus prácticas pastorales. Recibió el presbiterado en Abancay en la víspera de la solemenidad de San Pedro y San Pablo de 2024.

¿Cómo se fue gestando su vocación sacerdotal y misionera?

Supongo que Dios al diseñarme en su eternidad me preparó para el sacerdocio eterno. El sacerdote que me preparó para mi Primera Comunión tenía muchos dones del Espíritu Santo y fue un instrumento suyo para meter en mi alma un profundo amor a Dios a través de mi amor a la Eucaristía. En la ceremonia proclamó mi nombre y yo tenía que responder: “Aquí estoy, Señor!". Creo que esa respuesta no ha dejado de resonar en mi corazón; de algún modo fue un momento de entrega fuerte aunque no tenía aún capacidad para asimilar algo así. Dios me habló desde el misterio profundo de la Eucaristía, que es entrega.

A mis 17 años (1987) el mismo sacerdote me propuso ir a un encuentro de discernimiento vocacional; me pareció una clara llamada de Dios pero puse algunas excusas por miedo y pensaba que insistiría; fue prudente y no insistió y yo dejé pasar ese tren. A los 18 años me comprometí con Dios en celibato (en el Opus Dei) y viví en ese verde jardín durante muchos años hasta que Dios -a través en gran medida de la Eucaristía que Él estaba retirando del mundo y eso me produjo una angustia grande- me mostró que deseaba una nueva espiritualidad para mí. Fue durante la plandemia, mientras Dios permitía la restricción de la Eucaristía por la creciente falta de fe en ella.

La respuesta de los católicos fue el miedo por encima de la fe: algo que creo que nunca ha sucedido en la historia de nuestra santa madre Iglesia. Tras una moción clara en la oración y tras hablar con mi director espiritual y los responsables del Opus Dei, facilitaron mi salida indicando que si era algo de Dios adelante. Sabía que Dios me quería para Él pero aún no sabía dónde. Pasé unos meses viviendo apartado del mundo y por fin el Señor me mostró la vocación sacerdotal. En esos meses decidí pasar 10 días en un monasterio en Alemania -donde hacen adoración perpetua desde 1985- y también tuve la dicha de vivir en una parroquia rural una semana con el padre Justo Antonio Lofeudo, misionero de la Eucaristía. Así que: bendita plandemia.

¿Cómo vivió su reciente ordenación sacerdotal?

En Abancay he recibido hace casi dos meses mi ordenación presbiteral. En diciembre pasado la diaconal. En dichas ceremonias litúrgicas hay un momento bellísimo que es la letanía de los santos; es costumbre aquí que los familiares del candidato durante esos minutos le echen pétalos de flores mientras está postrado. La grandeza del sacerdocio y el amor de Dios me conmovieron durante el canto de las letanías, percibiendo la clara presencia de los santos.

¿Qué supuso para usted ir destinado como misionero a Perú?

La misión está ahí donde uno está. En cierto modo siempre me he considerado misionero; lo intuía desde pequeño. A los 17 años en una fiesta de amigos tomando copas les dije que sería misionero (ante la sorpresa de una chica). Especialmente desde los 18 años mi vida es una misión, una aventura diaria en la que pilota el Espíritu Santo y yo me encargo de a veces de poner obstáculos con mis miserias y cuando capto su “onda” secundarle. De hecho he pasado varios veranos en una misión africana como laico, pero estar en América de misión es algo muy especial, porque hay un entendimiento mucho más profundo por la cultura y especialmente por la fe arraigada que recuerda mucho a lo que fue España hasta hace unas décadas. 

Una vez allí, ¿cómo asumió ser formador en un Seminario menor y dar clases en un Seminario mayor?

Llevo aquí casi año y medio viviendo siempre en el seminario e impartiendo clases a los chicos del seminario mayor. Desde diciembre de 2023 soy diácono y poco después me nombraron formador del seminario menor; el seminarista debe vivir con la entrega de Cristo en el templo a los 12 años, dedicándose a las cosas de su Padre. Ahora como presbítero me siento aún más responsable de esta tarea tan importante hoy para nuestra amada Iglesia. Si bien uno quisiera dedicar más tiempo a cada seminarista.

¿Por qué hoy en día muchos niños del Seminario Menor no pasan al Mayor?

Porque proceden de familias rotas muchos de ellos y no conseguimos que maduren lo suficiente: suplir todo lo que tenían que haber recibido en su infancia si hubieran vivido en una familia católica como Dios manda. La familia ha sido desde el comienzo de la Iglesia el primer seminario. Si en una familia católica Dios no puede sembrar y regar la semilla de un seminarista, esa familia no es realmente católica.

¿Hay una carencia hoy en día de santos y sabios formadores?

Tenemos una carencia de oración profunda, de enamoramiento incondicional a Dios, de dejarse llevar por la divina voluntad como un velero se deja mecer por las olas al viento del Espíritu Santo. Hemos de rezar más y mejor: el santo abandono.

Igualmente tiene responsabilidades en un colegio diocesano en el que estudian algunos seminaristas…¿Cómo se integran ambos centros, el colegio y el Seminario?

Es una labor preciosa también; tocar a Cristo como hijo de María y José. Esta semana hemos comenzado en el colegio un rosario diario “por nuestros hijos". Aquí estamos en la nueva evangelización de las familias pero de algún modo juego con ventaja porque aquí estoy viviendo la “repetición de la jugada” de lo que hemos vivido en España en los últimos 30 años y por desgracia ya me conozco el final del partido, o más bien el aparente final, pues el Inmaculado Corazón de María tiene la última palabra. En cuanto a los seminaristas es también importante que puedan estudiar en un colegio católico.

También le queda tiempo para la pastoral penitenciaria…¿Qué le aporta este apostolado con los presos?

Desde hace muchos años tengo una querencia por la evangelización de los pobres y necesitados, pues ahí las personas se muestran muchas veces sin caretas: se puede palpar a Cristo llagado. En España he podido hacer actividades con jóvenes en varias cárceles y desde que llegué a Abancay empecé como voluntario y resulta que ahora soy capellán.

Háblenos de la noche de adoración que hacen los Primeros Viernes de mes en la catedral…¿Cómo está resultando el hecho de unir a varios grupos de la diócesis a los pies de Jesús Sacramentado?

Providencialmente llegué un miércoles santo a Abancay y al día siguiente conocí a mi actual grupo de la renovación carismática en la vigilia de Adoración del Jueves Santo, que duró hasta las 2 de la madrugada. Desde entonces hacemos una noche entera de vigilia hasta la misa de las 6.30 am cada primer viernes. La última noche me la pasé casi toda confesando y charlando con personas sedientas de Dios. Gracias a una iniciativa que conocí en Alcalá de Henares (Arde Complutum) algunos se quedan adorando en la Catedral e invocando al Espíritu Santo mientras un grupo sale en parejas con velitas a la calle durante la noche a invitar a poner una velita a Jesús… Entran en la catedral a cuentagotas y se producen bellos encuentros con nuestro buen Dios que les espera en la Eucaristía. Está resultando muy bien esta experiencia, con varias confesiones después de muchos años, con jóvenes universitarios que vivían apartados de Dios y se quisieron confesar, etc.

¿Por qué han decidido crear una capilla de adoración en la catedral durante el día y qué frutos esperan?

Dios tiene derecho a ser Adorado y en estos tiempos de apostasía éste es el primer derecho inculcado. No es nuestra iniciativa sino de Dios. No es nuestro derecho a adorar o a recibir bien al Señor en la Comunión sino Su derecho. La justicia es dar a cada uno lo suyo. Trabajar en favor de la Adoración conlleva una batalla tediosa contra muchos obstáculos personales, del entorno y especialmente del demonio. Contamos con vuestra oración y si alguien desea recibimos donaciones. En esta diócesis hay 5 capillas de Adoración de día; esta sería la sexta.   

Háblenos de su primera misión en los pueblos, de los encuentros con Jesús y María y ¿qué le ha aportado la experiencia?

He iniciado un blog (nuevaevangelizacionperu.blogspot.com) y mi último post es sobre una preciosa actividad que se denomina “encuentros con Cristo y María". Son 24 horas de misión en una comunidad campesina donde se Adora al Santísimo todo el tiempo y se van haciendo predicaciones, cantos y bailes autóctonos de alabanza, etc. Son muy bien acogidos por esta gente sencilla y con una fe conmovedora; además hay muchas confesiones y el santo rosario de madrugada.

Por Javier Navascués

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